La labor de fijar los precios de nuestros productos y servicios es una decisión estratégica fundamental
de nuestro centro. No sólo afecta a la rentabilidad del propio negocio sino,
también, al posicionamiento estratégico que queremos ocupar en el sector.
Deberemos
también tener en cuenta factores como las estrategias y actuaciones de la
competencia en este sentido y la situación del mercado en general.
La estrategia de precios deberá ser percibida como sólida y
que obedece a razones concretas y justificadas, para ser aceptada por el
cliente. No se deberá jugar con ello ante cualquier circunstancia puntual del
mercado porque podría desacreditar la política de precios en su conjunto.
Es importante recordar que, por lo general, los clientes
captados por ofertas agresivas de precio se suelen caracterizar por una menor
lealtad que el conjunto de clientes en general.
En cualquier caso la política de precios es parte
fundamental de la estrategia empresarial de la compañía y, como tal, las
decisiones que se adopten en este aspecto deberán ser lo suficientemente
meditadas y reflexionadas conforme a la importancia que tienen.
Debemos tener en cuenta el resultado de la encuesta sobre la
opinión de los clientes de los centros de fitness en España, realizada por
Wellness & Sport Consulting y PRECOR, fabricante de equipamiento para
fitness, a 6.430 clientes de 22 clubes realizada entre 2011 y 2013.
En ella, un
20,9% respondía que la relación calidad precio de su centro era mala o muy
mala. Aunque sabemos que el precio no es el factor determinante que el cliente
valora más a la hora de elegir un centro, sí es cierto que sí es importante y
que puede condicionar el grado de satisfacción general del servicio recibido.
Casi un 21% de clientes siente que paga más de lo que
debería. Es un porcentaje muy alto y nos debe hacer reflexionar: ¿Nuestro
centro tiene esa cantidad de insatisfechos sobre el precio? ¿Existen problemas
de comunicación e información? ¿Existen demasiados clientes con precios
“especiales” debidos a distintas circunstancias?...
A continuación expondré
el proceso de determinación de los precios en cinco fases:
- Establecimiento de la estrategia
- Conocimiento del punto muerto del servicio
- Situar nuestra marca, en el sector que nos interese
- Tener en cuenta nuestra competencia
- Tener en cuenta la situación económica general
1.
Estrategia a seguir
Hay que tener en cuenta que la estrategia de precios no
tiene por qué ser permanente porque el mercado no es absolutamente estable.
Deberemos adaptarnos a la realidad, a la reacción de la competencia, a las
oportunidades que surjan y a otras variables.
También deberemos contar con el efecto anclaje de precios
mediante el cual los clientes se acomodan a la banda de precios establecida y
después, es muy difícil salir de ella si no es por una justificación muy clara.
1.1 De bajo coste. Cuando se ofrece un
servicio básico y limitado con un precio bajo.
1.2 De penetración. Se ofrece un servicio
de calidad a un precio bajo con el objetivo de introducirnos en un mercado
concreto. En este caso, la rentabilidad será baja o nula.
1.3 De oportunidad competitiva. Se da
cuando el centro cuenta con una ventaja competitiva como el monopolio de un
tipo de servicio necesario o una situación estratégica respecto a la
competencia, por ejemplo. En ese caso, podemos aplicar unos precios superiores
respecto al servicio ofrecido.
1.4 De alta calidad. Cuando contamos con un
servicio de gran calidad con precios altos.
2. Punto muerto o de equilibrio del servicio
Lo primero que deberemos
saber es el umbral de rentabilidad de cada uno de los productos y servicios.
El punto muerto no es más que
el momento a partir del cual nuestro negocio comienza a dar beneficio y se
calcula aplicando la fórmula PM=CF/(p-cv): es decir, el coste fijo total del negocio
dividido entre la diferencia entre el precio de venta menos el coste variable
unitario.
Visto así parece sencillo
pero la diversidad de servicios y productos que ofrecen los centros deportivos
hace que sea una labor ardua pero
imprescindible.
Existen numerosos recursos
comunes, por ejemplo, el coste variable de energía eléctrica, o el coste fijo
de personal común, etc. pero afectando no de manera homogénea con lo que
complica su cálculo matemático y hace
imprescindible la introducción de variables subjetivas.
Como en cualquier
decisión estratégica para el establecimiento de los distintos precios deberemos
contar con una información precisa, contando con datos relevantes y fiables; en
este caso, deberemos conocer los costes de los distintos servicios.
Los costes directos,
normalmente, son más fáciles de conocer y determinar: coste de los recursos
humanos requeridos de forma directa, material, publicidad directa del servicio,
consumos energéticos proporcionales (en caso de servicios acuáticos: piscina y
SPA fundamentalmente) etc.
Los costes indirectos
serán más complicados de aplicar, pero deberá buscarse algún criterio para
homogeneizar su imputación con el resto de servicios. A continuación, se
reflejan distintos tipo de costes y los criterios que se deberán aplicar en el
prorrateo en cada servicio.
- Costes de limpieza y consumos por iluminación y climatización: dependerá del área utilizada aunque deberá imputarse un porcentaje de áreas comunes: vestuarios, recepción, almacenes…
- Consumos de agua: Sólo imputables a los servicios que los utilicen excepto una parte proporcional del consumo en vestuarios.
- Costes de personal indirectos: comercial, mantenimiento, dirección… deberán aplicarse de forma proporcional a todos los servicios ya que todos se benefician de ellos. ¿En qué porcentaje? Dependerá de la importancia del servicio en sí en nuestro volumen de ventas, de la significación que tenga ese servicio en cuanto a la identidad del centro y de factores internos que la dirección deberá establecer en cada caso. Una vez determinado, deberá aplicarse un porcentaje en función de esos criterios.
- Costes de seguros, prevención de riesgos laborales, planes de emergencia y similares, deberá aplicarse el criterio utilizado en el anterior caso.
- Gastos financieros, impuestos y tasas, en este caso el criterio que proponemos será el del porcentaje que supone las ventas de ese servicio respecto al total de ventas del centro.
Una vez realizados
todos los cálculos podremos establecer el precio final adecuado a nuestros
objetivos de rentabilidad.
3. Situar nuestra marca, en el sector
que nos interese
El precio del servicio es un factor que discrimina y sitúa nuestro
servicio en un determinado segmento del mercado. Por ello, los cambios que se pudieran
producir en este sentido serían determinantes en cuanto a nuestro posicionamiento
en el mercado.
Hay que tener en cuenta que el segmento de mercado en el que nos situemos
exigirá un servicio acorde con el mismo. Si no es así, esta discordancia provocará
la bajada de ventas inmediata.
Tengamos en cuenta que el valor percibido por el cliente será el factor
más importante en la decisión de compra. Por tanto, no deberemos perder esta premisa
ante ninguna situación. Hagamos pues, énfasis en el valor añadido de nuestras
propuestas y no tanto en los precios.
4. Tener en cuenta nuestra competencia.
Ante una modificación sustancial de los precios de la
competencia, deberemos estar preparados para actuar de una u otra forma. El no
hacerlo podría ser causa de pérdida de mercado.
No obstante, antes de tomar alguna decisión, se deberá analizar
la modificación de precios que ha acometido la competencia: si será permanente,
si obedece a bajada de ingresos, a promociones, a la resituación en el mercado
etc.
Además, siempre deberemos tener presente los motivos que nos
han llevado a fijar nuestros precios y no sólo fijarnos en nuestra competencia.
Sería un error el actuar a impulsos motivados por decisiones de otros.
Normalmente, se consideran cuatro tipos de decisiones ante movimiento
en este sentido de la competencia:
Quedarnos como estábamos. No modificar
nada ante los cambios de nuestros competidores. Sería aconsejable ante
promociones puntuales o que afectaran a sectores de nuestro negocio con escaso
valor para nosotros.
Mantener los precios mejorando el servicio. En este
caso, la comunicación deberá acompañar a las medidas tomadas para que sean
efectivas; “si no se sabe, no existe”. Podemos sacrificar algo la rentabilidad
aumentando el servicio con la idea de recuperarla a base de mayores ventas.
Subir los precios y aumentar la
calidad. Esta opción será aconsejable en el caso de que queramos
buscar nuevos “nichos” de mercado con mayor rentabilidad ante una posible
saturación del mercado.
Bajar los precios. Es una decisión con
alto riesgo, por los márgenes pero que sería aconsejable si consiguiéramos
recuperarlos por mayores ventas. En ciertos momentos, se podría hacer
imprescindible para no perder cuota de mercado.
5.
Tener
en cuenta la situación económica en general
En entornos hostiles como puede ser de crisis económica, el
precio pasa a tener una mayor importancia en muchos segmentos del mercado. Las guerras
de precios suelen aparecer y nos obliga a tomar decisiones. Es, en estos
momentos, cuando las decisiones deben ser tomadas con la máxima información y
sabiendo que las consecuencias pueden afectar al corazón del negocio.
Ante una bajada de la demanda de servicios, como ya hemos
apuntado antes, previamente a cualquier decisión, deberemos saber las causas
que la ha producido. Puede que no sea o, al menos, no sólo sea la causa la
situación económica. Otros factores como la bajada de la calidad de nuestros
servicios, la madurez de los productos, la actuación de la competencia, una
política de comunicación inadecuada etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario